Editorial de Revista Grito N°5, septiembre 2021 (Imagen: María Jesús Pueller).

El pasado siempre está cerca, especialmente el de horror. En una expresión que busca ser desprovista de nostalgia: Nada pasa, todo queda dentro de nosotros.

Tal y como la materia, la Memoria no desaparece, es libre, sólo muta, se adapta, y regresa a sentarse, calma, a nuestro lado. Mirándonos con risa leve mientras, en diálogo interno frente al espejo o furioso soliloquio en plena calle, afirmamos que hemos decidido olvidar y dejar atrás nuestros pecados. Que ya basta, que daremos vuelta la página y dejaremos de sentir aquello que nos recorre cada vez que los recuerdos nos asaltan, súbitos e invencibles.

Los países que han tomado ese camino suelen sumergirse en una estela traumática que los acompaña más allá de las generaciones. Y además, de forma casi inequívoca, repiten los horrores del pasado, tal y como lo hemos hecho nosotros luego del Estallido Social de octubre del 2019, dejando el nunca más en un sonido vacío, políticamente correcto, que no alcanza a rozar la rebelde Memoria.

Nuestro pasado de sangre y fuego no nos dejará en paz. Lo único que podemos hacer es mirarlo de frente. Conocerlo, hurgarlo, mirarlo, gritarlo y enfrentarlo como una sociedad medianamente digna que entiende que existen traumas insuperables, pero que la única forma real de avanzar es con toda la Verdad y toda la Justicia.

Desde los tiempos más remotos el saber humano nos enseña que la presencia física no es requisito para la existencia, y eso basta para jamás dejar de buscar la verdad. Más allá de los años, las excusas, las negociaciones, los pactos de silencio, las traiciones y la muerte; creer que es posible dejar de buscar a un hermano/a, a un hijo o una hija, a una esposa o marido, a un amigo/a, es no entender el amor y su fuerza infinita, capaz de cruzar los océanos del tiempo.

A todos aquellos que, imbuidos en un amor infinito, nunca dejarán de buscar, nunca dejarán de hacer las preguntas incomodas y nunca nos dejarán olvidar que el pasado siempre está cerca está dedicado este trabajo, cuya única pretensión es ser respetuoso.

Bienvenidos/as.

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