Una investigación publicada la revista de tecnología del MIT (Massachusetts Institute of Technology), concluyó que más de la mitad de las cuentas de Twitter que postean sobre la pandemia Covid-19 en Estados Unidos, desarrollando teorías conspirativas sobre el origen del virus, y abogando por la pronta reapertura del comercio, serían falsas.

Desde el año 2015, cuando el fenómeno explosivo de la combinación entre noticias falsas, cuentas bots y sus nocivas derivadas irrumpieron en el espacio de los medios y las audiencias, los análisis realizados a través de software en las distintas plataformas de RRSS, han logrado detectar que en momentos de alta polarización política, desastres naturales y otros sucesos de gran conmoción mediática y social, los bots pueden generar entre el 13% y el 20% del tráfico en las redes (en Chile, la “cuota” de tráfico correspondiente a bots en las pasadas elecciones habría alcanzado el 6% del total del tráfico).

Pero ante la pandemia, los investigadores han encontrado un dato relevante: Entre el 45% y el 60% de las cuentas que abordan el tema y divulgan desinformación -incluyendo citas médicas falsas, teorías conspirativas sobre el origen del virus como una arma biológica china, entre otras, y llamados a no respetar el confinamiento-, fueron creadas en febrero de este año.

El objetivo, según los profesionales, sería aprovechar la alta carga emocional que el escenario actual tiene sobre los consumos de medios en las personas, para polarizar una discusión en una lógica de verdadero y falso, ahogando la posibilidad de establecer una estructura de debate más adecuada, es decir, autoridad político sanitaria / comunidad científica / periodismo de investigación / gestores locales (alcaldes, por ejemplo), sociales o comunitarios en barrios y localidades, que desde la crítica aportan datos al debate y densifican el volumen de información disponible, en un intercambio no exento de dificultades y disfunciones, pero más cercano a una contribución real a la comunidad.

En lugar de eso, tenemos un escenario donde la atención de la audiencia es “secuestrada” por emisores de contenidos basura, teorías disparatadas, discursos de odio (contra migrantes, minorías y determinados grupos), y muy especialmente, la exhibición de la pobreza y la subsistencia como espectáculo televisivo, y el aumento explosivo del marketing electoral y los discursos personalistas que se disputan una escena donde el consumo de contenidos televisivo se ha disparado a casi siete horas diarias, más el tiempo que pasamos conectados a redes.

Sumado a esto, se ha detectado que el accionar de los bots se ha sofisticado, y ya no masifican y desinforman por volumen, sino que se introducen en redes existentes, buscando espacio en medios oficiales, ayudando a grupos con contenidos de odio a agruparse y aumentar su radio de acción.

Utilizando algoritmos cada vez más avanzados, y motores de Inteligencia Artificial con más y mejores habilidades de aprendizaje, pronto las cuentas falsas ya no descargarán miles de posteos a favor o en contra de una determinada postura o de desinformación, sino que actuarán como puente entre grupos que no estaban conectados previamente, apoyando a un individuo aumentando artificialmente sus seguidores o atacando de forma masiva a un grupo o una postura.

Con motivo de la pandemia, se han detectado alrededor de 100 tipos de narrativas diferentes no acreditadas (sin fuentes), respecto al Covid-19 promocionadas por bots, que alcanzaron el 82% de los 50 contenidos más influyentes en Twitter, y el 62% de los mil contenidos más influyentes en la misma red.

El trabajo en este ámbito está recién comenzando, pero ya arroja los primeros patrones de “conducta digital”: por ejemplo, la mayoría de las narrativas de desinformación tienen su punto cero en páginas web, para luego llegar a redes sociales, y luego a los medios tradicionales.

Finalmente, se ha concluido que eliminar cuentas y contenidos considerados “maliciosos” no soluciona el problema, ya que el volumen de datos eliminado jamás superará al de mensajes consumidos y compartidos. A partir de esto se ha concluido que estamos frente a una nueva forma de contaminación ambiental, y las herramientas más eficientes de autocuidado no serían muy diferentes a las que usamos para protegernos de una infección de origen biológico.

En este escenario de dispersión y contaminación, la necesidad de un mensaje claro, consistente y una relación permanente y compenetrada con la audiencia, sería la mejor receta para proteger las comunicaciones de nuestras organizaciones de la amenaza permanente de la polución sintética que ronda nuestro espacio digital.

Fuente: https://www.technologyreview.com/2020/05/21/1002105/covid-bot-twitter-accounts-push-to-reopen-america/amp/?__twitter_impression=true